Como conductores estamos expuestos a tener que conducir bajo la lluvia con los inconvenientes que esto comporta, como la poca visibilidad, el alargamiento de la distancia de frenazo y la acumulación excesiva de agua a la calzada que puede provocar aquaplaning.
Esta última condición puede hacer que se cree una película de agua de tal amplitud que los neumáticos no sean capaces de evacuarla al pasar por sobre, disminuyendo enormemente su capacidad de adherencia. Esta situación puede causar que acaben para deslizar de forma incontrolada por encima del agua acumulada, un efecto que se conoce como aquaplaning.
Cuando produce el aquaplaning, la dirección empieza a flotar, y hay que reaccionar inmediatamente para reducir la velocidad del coche y recobrar totalmente su control. Para controlar el coche, no se tiene que pisar el freno, sino levantar el pie del acelerador y tomar con firmeza el volante, manteniendo la dirección hasta que los neumáticos recuperen la adherencia al pavimento.
Consejos para evitar el aquaplaning
Si conduces bajo una tormenta o lluvia de gran intensidad es importante que sigas estos sencillos consejos para evitar sufrir el efecto del aquaplaning, que siempre es muy peligroso:
Comprueba de forma periódica la presión de los neumáticos. Cuando los neumáticos tienen una presión 30% inferior a la indicada por el fabricante, aumenta el riesgo de sufrir aquaplaning.
- No circules con los neumáticos desgastados. El dibujo de los neumáticos tiene que tener una profundidad adecuada, mientras más grande sea la cantidad de agua que pueda evacuar el neumático, mejor reducirás la posibilidad de sufrir aquaplaning.
- Disminuye la velocidad en calzadas mojadas, especialmente cuando conduzcas bajo lluvia intensa o te acerques a un charco.
- Evita frenar bruscamente. Conserva una distancia adecuada con los otros coches y trata de reducir la velocidad quitando el pie del acelerador y frenar suavemente, puesto que si frenas de manera brusca sobre una película de agua podrás provocar el efecto *aquaplaning.